Una de las claves para tener éxito en nuestras vidas consiste en saber conjugar nuestro talento con nuestra inteligencia. Estos conceptos, a menudo, se confunden, cuando en realidad, se complementan. Así, el talento es el potencial del que dispone una persona y que puede desarrollarse a través de diferentes vías. Por su parte, la inteligencia es la facultad de que se dispone para aprender, entender o comprender. Una sabia mezcla entre potencial (talento) y capacidad (inteligencia) nos puede catapultar a lo más alto, pero todos somos diferentes en potencial y en capacidad, conclusión que llevó al psicólogo norteamericano Howard Gardner a diferenciar diferentes tipologías, distinguiendo hasta 8 inteligencias múltiples.
Inteligencia lingüística
La primera de las 8 inteligencias múltiples. La capacidad para expresarnos mediante el lenguaje es una de esas características que nos distingue del resto de seres vivos. De hecho, una parte de la prosperidad de nuestra especie hay que achacarla a nuestra habilidad para combinar palabras entre sí. La inteligencia lingüística implica diversas capacidades: comprender el significado de las palabras, así como su orden, en la lectura, en la escritura, al hablar y al escuchar. Lógicamente, sus perfiles profesionales se encaran hacia actividades donde pesa la oratoria (políticos, vendedores, profesores) o ganarse la vida a través de la escritura (periodistas, novelistas, poetas). Como en todo lo que requiere un aprendizaje, la inteligencia lingüística la puedes mejorar con: comienza un diario personal, elegir un tema que te resulte interesante y escribe un breve ensayo, valora la importancia de mantener un buen diálogo, lee mucho y lee bien (variado y con calidad) , y deja atrás tus miedos y dale una oportunidad a la poesía.
Inteligencia musical
La capacidad que tenemos no solo para captar sonidos sino también imitarlos, tener sensibilidad al ritmo, discriminar las cualidades de los sonidos, escuchar, cantar e interpretar canciones y obras, así como una clara predisposición a tocar instrumentos. Sus perfiles profesionales van relacionados en todos los aspectos de la música: compositores, intérpretes, cantantes, críticos musicales, luthiers… A través de la música podemos mejorar nuestra atención y concentración, fomentar, reducir la ansiedad y reforzar las relaciones sociales. Para potenciarla, en primer lugar se necesita un entorno familiar y educativo que facilite un acercamiento natural hacia esta disciplina y, a partir de aquí, se puede mejorar con: identificando el ritmo, el tono, la melodía de una pieza musical, desarrollando la capacidad para reproducir una canción o incluso de modificarla, potenciando la capacidad para conectarse emocionalmente con una melodía, a una pieza musical o una canción, conociendo diversos géneros musicales, identificando instrumentos, potenciando la capacidad para improvisar sonidos con ritmo mediante cualquier tipo de objeto, o trabajando la habilidad para componer músicas y canciones.
Inteligencia lógico-matemática
La capacidad para utilizar los números de manera efectiva, reconocer patrones y razonar de forma adecuada empleando el pensamiento lógico-matemático. Esta inteligencia es fundamental en las personas de formación científica y poseen sensibilidad para realizar esquemas y relaciones lógicas, afirmaciones, proposiciones, funciones y otras abstracciones relacionadas. Un ejemplo de ejercicio intelectual de carácter afín a esta inteligencia es resolver pruebas que miden el cociente intelectual. También se refiere a un alto razonamiento numérico, la capacidad de resolución, comprensión y planteamiento de elementos aritméticos, en general en resolución de problemas o verificación de hipótesis. Sus perfiles profesionales encajan para ser economistas, ingenieros, científicos… De entre todas las 8 inteligencias múltiples, este tipo de inteligencia se puede mejorar, sobre todo, a edades tempranas con: juegos de contar, contar en voz alta, Dinámicas de memorizar, aplicaciones para entrenarnos (las app de los móviles), tablas de multiplicar, operaciones numéricas, problemas de matemáticas, juegos imprimibles (por ejemplo, los sudokus) o juegos de mesa.
Inteligencia espacial
La capacidad para formarse, de un mundo espacial, un marco mental y maniobrar y operar usando este modelo. Permite pensar en tres dimensiones, visualizando las formas desde sus distintos ángulos, y no sólo eso, sino también crear imágenes mentales, percibir detalles visuales y saber expresarlos. Por ello, sus perfiles profesionales encajan con los de los artistas, fotógrafos, arquitectos, diseñadores… La inteligencia espacial está muy condicionada por componentes genéticos, pero se puede mejorar con: la conducción de vehículos o practicando juegos cuya ejecución se encuentra directamente relacionada con las capacidades espaciales (cubo de Rubik, Tetris…).
Inteligencia corporal-kinestésica
La capacidad de utilizar nuestro aparato locomotor –nuestro cuerpo- de manera precisa, para alcanzar nuestros objetivos personales o profesionales. De esta manera, nuestro cuerpo es la principal parte activa que nos facilita el impulso necesario y nos dirige para pasar de la intención a la acción. Este tipo de inteligencia corporal favorece la coordinación de la mente con el resto del cuerpo, por lo que mejora los procesos cognitivos, mejora la motricidad fina y la gruesa, optimiza el control del propio cuerpo, de nuestra fuerza, de la velocidad, del equilibrio y la precisión, y un cuerpo coordinado mejora a su vez la conectividad cerebral y su potencial natural. Sus perfiles profesionales serían los que corresponden a cirujanos, actores, modelos, bailarines… Para optimizar nuestra inteligencia kinestésica debemos evitar hábitos nocivos, los cuales nos llevan a perder calidad en nuestras actividades, por lo que una alimentación sana y hacer ejercicio serán los principales puntos a trabajar.
Inteligencia intrapersonal
La capacidad para formarse un modelo ajustado y verídico de uno mismo y ser capaz de usarlo para desenvolverse en la vida. Está profundamente relacionada con el autoconocimiento y saber una imagen de uno mismo desde la objetividad, aunque pueda parecer contradictorio. Conlleva de manera intrínseca la autodisciplina, autocomprensión y autoestima. Sus perfiles profesionales son muy concretos porque para desarrollar este tipo de inteligencia debemos ser personas con un estado de madurez relevante con un autoconocimiento de sí mismos que sobresale en riqueza y profundidad. Estamos ante un tipo de inteligencia que sirve para cualquier área de nuestra existencia y que sirve para lograr el equilibrio emocional, lo que nos permite calmarnos ante situaciones estresantes y actuar con practicidad y eficacia, evitando reacciones desmedidas ante determinadas situaciones, lo que redunda en la consecución de un marcado bienestar emocional que influye positivamente en el resto de inteligencias, así como en el plano físico.
Inteligencia Interpersonal
La capacidad de entender a otras personas, interactuar con ellos y entablar empatía. Las personas con este tipo de inteligencia son capaces de discernir y comprender qué le sucede a otra persona en un determinado contexto y, por tanto, puede actuar de manera apropiada en relación con los estados de ánimo, las conductas y los deseos de las personas que le rodean en el plano familiar, social y profesional. Los inteligentes interpersonales suelen gozar de popularidad y tienen sólidas relaciones sociales y de amistad. Les resulta sencillo captar las necesidades ajenas y, por lo tanto, reaccionan en consecuencia. Tienen una gran facilidad para encontrar las palabras adecuadas y el comportamiento idóneo para lograr la empatía con su interlocutor. Sus perfiles profesionales corresponden a administradores, terapeutas, docentes… Para mejorar nuestra inteligencia interpersonal debemos: entender, escuchar, mirar en nuestro interior, aceptar la opinión de los demás, prestar atención a las emociones y aprender de todo y de todos.
Inteligencia naturalista-pictórica
Llegamos a la más abstracta de las 8 inteligencias múltiples. La capacidad de distinguir, clasificar y manipular elementos del medio ambiente, objetos, animales o plantas. Con ella, somos capaces de reconocer las diferencias entre especies, grupos de personas u objetos y entender cómo se relacionan entre sí. Se considera que la inteligencia naturalista se desarrolló en los tiempos de los primeros seres humanos, cuando la supervivencia dependía del reconocimiento de especies útiles y peligrosas, de la observación del clima, del reconocimiento del terreno y de ampliar el abanico de recursos disponibles para la alimentación. Sus perfiles profesionales coinciden con los pintores, escultores, diseñadores… personas cuya relación con su don de observar, interpretar y reproducir les dispara su capacidad artística. Como la inteligencia naturalista es en gran medida una experiencia práctica, para desarrollarla se puede: dar un paseo por la naturaleza, iniciar un jardín o visitar un entorno desconocido, entre otras iniciativas.