Cuando vemos la televisión a menudo nos aparecen casos de personas que han triunfado en la vida sea en la faceta que sea. Al primer golpe de vista, puede que les envidiemos porque creemos que alcanzar unas metas importantes es uno de los secretos más bien guardados y difíciles de conseguir. Sin embargo, no siempre es así, porque el éxito en la vida no es una garantía de felicidad. De entrada, podría parecernos una contradicción, pero hay muchas personas que triunfan en la vida y, sin embargo, creen que este reconocimiento es inmerecido: sufren el síndrome del impostor.
¿Qué es el síndrome del impostor?
Las personas que consideran que sufren el síndrome del impostor –o del fraude–no es porque sus logros no se hayan adquirido por méritos, sino porque consideran que están sobrevalorados, que lo que han conseguido no tiene tanta relevancia como se cree y que, en ocasiones, es tan sencillo como estar en el sitio preciso en el momento exacto.
¿Sufres tú el síndrome del impostor?
Si crees que tus logros están sobrevalorados, puedes adoptar dos actitudes: si tu planteamiento es cierto, hay quien intenta “vivir del cuento” todo lo que puede a la espera –improbable– de que no descubran que es un bluf. Si tu punto de vista es a la inversa –no mereces lo que has alcanzado–, entonces tendrás un verdadero problema porque la inseguridad te invadirá. Por ejemplo, en el caso de una carrera profesional, si estás en un cargo para el que consideras que no estás preparado, sufrirás demasiado y te obsesionarás con el miedo de cometer un error. La salida buena es ser proactivo y mejorar cada día en tu empleo hasta que te sientas –si ello es posible, claro– merecedor del cargo que ostentas.
¿Quién puede sufrir el síndrome?
Existe un perfil de candidatos a sufrir el síndrome del impostor. Suelen ser personas que en su infancia hayan sido muy exigidas en sus estudios por padres y profesores y que, durante este época, a pesar de sus esfuerzos, no han brillado en la escuela, lo que les ha valido críticas que han hecho mella en el desarrollo de su personalidad, generándoles inseguridad. Sin embargo, a pesar de estos condicionantes que les harían aunar en la mediocridad, por distintos avatares de la vida han alcanzado un éxito que nunca habrían pensado lograr ni en sus mejores sueños. Ahora, el problema es gestionarlo: en el extremo del síndrome del impostor aparece la baja autoestima o falta de confianza, mientras que en el otro extremo existen tendencias a la megalomanía y a la falsa creencia de que estás tocado por la varita mágica de la infalibilidad.
El síndrome del impostor en la mujer
Asimismo, existen otros perfiles, como los estereotipos sexuales, sobre todo, en las mujeres, por la presión social de ser madre y continuar a la vez con una impecable carrera profesional. El nivel de exigencia extremadamente elevado de algunas personas, que creen que nunca hacen lo suficiente y que pueden dar más, hasta el punto de marcarse objetivos casi imposibles. Las diferencias salariales, también especialmente en las mujeres por sufrir la denominada brecha salarial: cobrar menos que los hombres por desempeñar la misma labor, o la manera de percibir la realidad, donde todo lo que les ocurre es fruto de factores externos, de favoritismos o de golpes de suerte, nunca por méritos propios.
Cómo saber si eres un impostor
A continuación, te enumeramos una serie de requisitos, si los cumples, tienes números:
- Crees que vas a fracasar ante un reto aun habiendo superado antes otro de similar.
- Te cuesta motivarte para alcanzar un logro porque denotas una falta de confianza en ti mismo.
- Temes que los demás descubran que, presuntamente, eres un fraude.
- Te sientes inseguro en todos los aspectos de la vida: personal, laboral, social, educativo…
- Estás convencido de que todo lo que has alcanzado es inmerecido, injustificado y no has llegado hasta donde estás gracias a tu esfuerzo, tenacidad y dedicación, sino por otros caminos. Por eso, crees que tus conocimientos y competencias no son suficientes para llegar al status alcanzado.
Cómo superar el síndrome del impostor
Te dejamos algunos consejos:
- Escribe los sentimientos que te surgen cuando crees que eres un impostor. Descubrirás que al anotarlos y releerlos los verás desde otra perspectiva. Esta visión ayuda a abstraerte de ellos y romper así la cadena nociva de pensamientos negativos.
- Anota tus logros en el momento en que se produzcan, demostrará que no eres un impostor. Si no lo haces, con el paso del tiempo los irás minimizando y restándoles todo su valor. De vez en cuando, revísalos y entonces te será más difícil creer que eres un farsante.
- No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy. Aplazar tus labores hará aflorar con mayor celeridad tus sentimientos de ineptitud. Insístete en hacer una lista de obligaciones y objetivos y acostúmbrate a tacharlos al conseguirlos.
- Cuando hayas recuperado tu amor propio, déjate una pizca de síndrome del impostor, porque si te creces demasiado te ayudará a bajarte de las nubes. La humildad siempre es una buena compañera de viaje y en este caso te puede ser muy útil.
¿Sabías que…?
- El concepto del síndrome del impostor apareció por primera vez en el año 1978 de la mano de las psicólogas Suzanne Imes i Pauline Clance, y hace referencia al fenómeno psicológico que se produce en aquellas personas que no asumen plenamente sus logros y sufren pavor ante la posibilidad de que se descubra que sus méritos son injustificados. La primera vez que observaron esta circunstancia fue en una muestra de mujeres con un alto grado de logros académicos y profesionales.
- Un estudio entre jóvenes de entre 18 y 34 años desveló que el 86% de las personas encuestadas admitieron que haber sentido en algún momento que no merecían su puesto de trabajo.