El reto 21 días para consolidar un hábito

En este post te vamos a explicar una teoría que, como mínimo –y decimos como mínimo- te va a resultar muy sugerente: el reto 21 días. Seguro que has oído hablar de ella. Te explicamos los orígenes, sus características y cómo podemos sacarle partido para hacernos mejores personas.

El origen del reto de los 21 días

El padre teórico de esta corriente psicológica es Maxwell Maltz (1889-1975). Este médico fue un prestigioso cirujano plástico de Columbia. Durante su dilatada carrera, observó que cuando un paciente de cirugía sufría un cambio en su aspecto, éste tardaba una media de 21 días en normalizar su nuevo aspecto y acostumbrarse al cambio que había experimentado. Lo mismo sucedía con los pacientes que habían sufrido una amputación: el síndrome del miembro fantasma, ése en el que el paciente todavía siente que tiene brazo o pierna aunque le haya sido amputada, empezaba a remitir a los 21 días.

“Psico-Cibernética: el secreto para mejorar y transformar su vida”

Este es el título del libro que Maltz publicó por primera vez en 1960 y del cual se vendieron millones de ejemplares traducido a numerosas lenguas. En el estudio el médico hace una potente observación al lector, inédita hasta la fecha: las personas vivimos, sentimos y actuamos de acuerdo a la imagen que nos hemos hecho de la realidad, no de la realidad misma. Ambas realidades no tienen por qué coincidir. Consecuentemente y según Maltz, nuestras costumbres, nuestros hábitos buenos y malos, se construyen de igual forma: de acuerdo a la percepción de la realidad que tenemos. Por eso la persona a la que se la ha amputado una pierna puede sentir picor, dolor, puede sentirla, aunque ya no la tenga. La imagen mental de su cuerpo sí que la contempla y por eso, la siente como real. Cuando la imagen de su cuerpo sea aceptada sin la pierna, el síndrome del miembro fantasma desaparecerá: Cambio de imagen-cambio de hábito.

Portada Psico Cibernética, el secreto para mejorar y transformar su vida

La plasticidad del cerebro

Muchos años antes, uno de los padres de la psicología moderna, William James, en su ensayo Habit, ya mencionaba que el hecho de aprender algo nuevo (desde una lengua, hasta una costumbre) tenía una incidencia directa en la estructura física de nuestro cerebro. La incidencia podía llegar a establecer nuevas conexiones neuronales (sinapsis) y modificar, incluso, el comportamiento de este órgano. Es lo que ahora los neurocientíficos llaman la plasticidad neuronal y que vertebra el estudio de la neurociencia en nuestros días.

El cerebro también funciona con la regla del “mínimo esfuerzo”

Todo lo dicho hasta ahora nos introduce en la enorme capacidad que tenemos para conformar (en el sentido de darle forma) a nuestro cerebro y en la capacidad que este tiene para adaptarse a los cambios que nosotros le sugerimos mediante modificaciones de conducta. A finales del siglo XX el neurólogo y psiquiatra de Massachusetts Larry Squire y su equipo,0 mostraron que nuestro cerebro tiende a adaptarse tan bien a los hábitos para evitar esfuerzos. Sería terrible que cada vez que tuviésemos que conducir un coche nos viésemos obligados a aprender de nuevo todos los pasos que deben hacerse. Cuando nuestro cerebro automatiza determinados procesos, nos permite ocupar nuestra atención y nuestra memoria en otras cosas. Así como construir sobre los hábitos anteriores. El comportamiento de nuestro cerebro no deja de ser una adaptación al medio.

¿Por qué adquirimos más rápidamente un mal hábito que uno bueno?

Los hábitos nocivos suelen reportarnos placer a corto plazo, aunque a largo sean dañinos. Muchas veces, preferimos el beneficio inmediato a la ventaja que nos puede proporcionar un buen hábito a medio o largo plazo, porque este comportamiento comporta un esfuerzo y una voluntad que no todos estamos dispuestos a emplear. Sólo la certeza de que este nuevo comportamiento que deseamos adoptar nos reportará algo bueno para nosotros, hará que perduremos en el intento hasta que esa costumbre se incorpore como algo natural a nuestra vida.

Personas influyentes que aplican el reto de los 21 días

Reconocidos gurús del coaching han retomado las enseñanzas de Maltz y han creado cursos y programas online para ayudarnos a transformar nuestras vidas. El gurú por antonomasia de los EEUU, Deepak Chopra, junto con una de las mujeres más influyentes de este país, Oprah Winfrey, han creado el proyecto en que cada reto se muestra de manera online, gratuitamente: Oprah & Deepak, 21 Meditation Experience.

El presentador de la CNN en español, el periodista cubano Ismael Cala, se ha unido recientemente al proyecto de Chopra.

Como conseguir el éxito en el reto de los 21 días

Lo más importante para no fracasar es adquirir un compromiso y a la vez, una motivación que haga que el esfuerzo que vamos a invertir  valga la pena.

Antes de empezar con la rutina de un nuevo hábito, lo esencial es no engañarnos a nosotros mismos. Hemos de saber de antemano que no será fácil, que requerirá un esfuerzo por nuestra parte y que la sensación gratificante empezará a llegar cuando este hábito bueno se haya convertido en una costumbre.

Dos pautas para asegurarnos el éxito del reto de los 21 días

Un reto cada vez

Pongámonoslo fácil: si ya es costoso de por sí adquirir una costumbre nueva, no querramos introducir dos o tres de golpe.

Empecemos, si es que lo necesitamos, introduciendo una pieza de fruta cada día en nuestra dieta. Una vez que esta ingesta sea una costumbre y que lo hagamos casi de manera inconsciente, podremos pasar a la siguiente: por ejemplo, beber un vaso de agua en ayunas cada día o prescindir del ascensor y acudir al trabajo subiendo las escaleras. Si lo hacemos de manera paulatina, damos tiempo a que la plasticidad de nuestro cerebro sea nuestro aliado en este cambio. Y después adoptaremos otro hábito siguiendo la misma rutina. Y otro, sucesivamente.

Prohibido desanimarse

Pensemos que nuestra motivación (encontrarnos mejor, ganar en salud, perder peso… sea la que sea) es nuestra gran aliada y la de nuestra mente. No vale postergar y procastrinar. Tal vez algún hábito te cueste más que 21 días: no olvides que es una media. Tu más preciada ayuda será cuando notes la mejora en tu vida. Es el principal motor, por tanto, no lo dejes. Si es necesario, acude a la meditación, aspecto que trataremos en un post posterior.

Y ahora… empieza a pensar qué hábito te gustaría adquirir para mejorar tu bienestar, salud y felicidad. ¡Manos a la obra!

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