Es media mañana y tienes sueño; es media tarde, y vuelves a tener sueño. Reflexionas y no lo entiendes porque anoche te fuiste a dormir pronto y tienes la sensación de que tuviste un sueño reparador. Pero esta misma especie de cansancio ya la sufriste a primera hora de la mañana, cuanto tu despertador tuvo que insistir para que te levantaras mientras tu cuerpo se movía a cámara lenta y con dificultad, como si te hubiera pasado un camión por encima. Además, te pasas buena parte del día bostezando. Y te preguntas ¿por qué tengo tanto sueño?
¿Por qué tengo tanto sueño? Posibles causas
Entonces, ¿qué te pasa? Seguramente, sufres lo que en medicina se llama hipersomnia o somnolencia diurna extrema. La buena noticia es que el tuyo no es un caso raro, ya que se considera que la sufre un 20% de la población. Las causas que la producen pueden ser variadas, pero primero, debemos saber qué grado de hipersomnia padeces:
Hipersomnia. Grados
- Leve. Cuando te encuentras en situaciones que tú consideras aburridas o monótonas, cuando está viendo la tele, si asistes a una conferencia poco estimulante… es decir, cuando no tienes la obligación de interactuar.
- Moderado. Cuando lo que estás haciendo no es aburrido, sino que requiere cierta atención y, todavía bajo estas circunstancias no puedes sacudirte aquella sensación de modorra.
- Severo. Cuando no puedes controlar la somnolencia y te sucede en cualquier lugar, es decir, cuando el sueño casi decide qué puedes hacer y qué no.
¿Por qué tengo tanto sueño? Corregir la hipersomnia
Antes de pensar que sufrimos algún trastorno grave del sueño, debemos descartar que nuestro problema se produzca como consecuencia de la práctica de malos hábitos. Aquí te los dejamos, revísalos y pon remedio si está en tu mano.
Causas que podemos corregir
- Desayuno deficiente e insuficiente. La estadística está clara: en España, sólo un 20% de la población toma lo que consideraríamos un desayuno equilibrado, y esta circunstancia redunda de forma muy negativa en nuestro cuerpo. En la cultura de los países mediterráneos, por ejemplo, se considera que la comida es el ágape esencial –y por tanto, más consistente de la jornada. En realidad, la más trascendental es el desayuno, porque tras muchas horas en ayunas mientras dormimos, nuestra primera comida debe aportarnos el combustible necesario para rendir durante todo el día. Si en ese momento aflojamos, no nos tenemos que extrañar que la jornada se nos haga larguísima y con bostezos continuados.

- Ausencia de hidratación. Es de conocimiento general que el consumo del agua beneficia a todo nuestro organismo y, en este caso en particular, la carencia de líquidos en nuestro cuerpo comporta inevitablemente los primeros signos de deshidratación que, muy a menudo, la constatamos con dos síntomas ineludibles: el cansancio y, como no, la somnolencia. Debemos beber un par de litros de agua al día o, si no es así, llegar a esta cantidad complementándola con infusiones, zumos de frutas o caldos vegetales. Tener sed es un primer aviso de la necesidad de hidratarse. A veces a la pregunta de ¿por qué tengo tanto sueño? la respuesta más evidente es: porque no bebo lo suficiente.

- Exceso de estrés y de nervios. Cada vez tenemos más trabajo y, la mayoría de situaciones, hacer frente a nuestras obligaciones laborales, supone un plus de nervios y de estrés. Esto hace que nos cansemos mucho antes de lo que esperamos y necesitamos a gritos unos pequeños descansos a lo largo del día. Y no sólo eso, sino que el estrés también nos impide completar las fases más profundas del sueño, siendo éste más ligero, aunque tengamos la sensación de haber dormido toda la noche. Las emociones nos afecten y mucho por lo que si estamos deprimidos o angustiados es habitual que sólo tengamos ganas de dormir.

- Abuso de grasas y azúcares. Una dieta equilibrada nos repercute favorablemente en todo nuestro organismo por lo que el abuso en la ingesta de grasas y azúcares afecta a nuestra calidad de sueño. Ante este escenario, debemos substituir estos alimentos dañinos por más verduras y frutas, e incluir en nuestras comidas otros productos que sobresalgan por sus vitaminas y minerales. Vinculado a este punto, también debemos saber que las personas con más kilos tienen más tendencia a padecer hipersomnia y además, dormir mal engorda, por lo que el exceso de peso es un factor desequilibrante de la calidad del sueño.

Causas de la hipersomnia que exigen tratamiento médico
Si no te identificas con las causas anteriores, posiblemente sea un trastorno del sueño más serio y deberías acudir al médico porque podría tratarse de lo que los médicos llaman hipersomnia idiopática. Esta patología suele ser hereditaria, no hay una causa concreta que la provoque y es crónica, aunque, afortunadamente, los síntomas –que te adjuntamos a continuación- suelen reducirse a partir de los 50 años:
¿Por qué tengo tanto sueño? Síntomas de la hipersomnia idiopática

- Duermes un mínimo de 10 horas y, aún así, tienes mucho sueño durante el día.
- Te cuesta mucho despertarte por la mañana, te sientes confuso, incluso agresivo, y tardas un mínimo de 15 a 30 minutos para tener claridad mental y empezar el día.
- Haces siestas largas, incluso de más de 60 minutos, y no son reparadoras.
Ante este escenario, es muy importante seguir una estricta higiene del sueño (como los consejos de la hipersomnia que tú puedes corregir) y, en casos graves, el médico puede considerar necesario recetarte algún tipo de fármacos.
Otras enfermedades que dan sueño
También tenemos otras causas que provocan sueño diurno, como son las denominadas hipersomnias secundarias. Las más habituales las generan:
- Enfermedades víricas como la mononucleosis.
- La diabetes tipo 2 y el asma se asocian con una mayor somnolencia diurna.
- La apnea del sueño, o que dejes de respirar unos segundos mientras estás dormido (sobre todo, entre los hombres), lo que da lugar a microdespertares de los que ni te percatas, pero que impiden completar todas las fases del sueño.
- Hay muchos fármacos que pueden provocar sueño por lo que es muy recomendable leer con atención y detalle los prospectos de los medicamentos que nos han prescrito.