Creencias Limitantes: ¿Qué son?

Una aclaración previa: el hecho de tener creencias no está necesariamente vinculado a ser religioso. De hecho, todos, creyentes o no, religiosos o no, tenemos creencias. Porque… ¿qué es una creencia? Son ideas a través de las cuales filtramos la realidad. Pueden ser positivas, neutras o limitantes. Son precisamente, estas últimas las que condicionan nuestra forma de interactuar con los demás y ¡ojo! también contigo mismo. Vamos a ver cómo funcionan las creencias limitantes.

Creencias limitantes ¿Cuál es su origen?

También las llamamos pensamientos limitantes. Este tipo de creencias nacen en nuestra infancia, a través de nuestro entorno, las personas que nos han rodeado y nos rodean y de las opiniones, juicios o comentarios que los demás han vertido sobre nosotros.

Estas ideas quedan grabadas en nuestro subconsciente y, cuando nos encontramos en una situación parecida, salen, básicamente, a dar por saco, si me permites la expresión, porque las creencias limitantes tienen un poder de bloqueo tremendo. Las tenemos incrustadas desde nuestra infancia y las aceptamos como verdad absoluta, sin plantearnos nada. En este sentido, Jorge Bucay explica una historia que ilustra perfectamente la capacidad paralizante de las creencias limitantes:

Pobre elefantito… y pobres de nosotros acarreando de por vida creencias erróneas que nos impiden mejorar y ser más felices. Porque de creencias militantes has muchísimas. Las divido en dos grupos:

Creencias limitantes esenciales

Son las básicas, las que engloban a todas las otras. Conocerlas es importante a la hora de identificarlas porque sabrás que no te ayudarán en nada: al contrario, si les haces caso van a disminuir tu bienestar y tu plenitud vital. Escucha en tu interior y cuando te oigas decirte alguna de estas creencias, desóyelas. ¡No les hagas ni caso!

  • Soy incapaz de
  • No valgo para
  • No puedo
  • No me merezco
  • Es difícil conseguir
  • No está bien
  • No tengo derecho a
  • Me resulta imposible

Creencias limitantes adicionales

Son creencias que se derivan de las ocho anteriores. Haríamos una lista inacabable. Para que te hagas una idea te pongo 12 como ejemplo:

  • Soy incapaz de pedir perdón.
  • Soy incapaz de relajarme y desconectar.
  • Es difícil conseguir la felicidad
  • Es difícil aprobar las matemáticas
  • No valgo para escribir
  • No valgo para convivir en pareja
  • No me merezco que me respeten en el trabajo
  • No tengo derecho a pedir un aumento de sueldo
  • No está bien decir palabrotas
  • No está bien decir lo que se piensa
  • Me resulta imposible adelgazar
  • Me resulta imposible ser atractivo/a

Seguro que tú puedes continuar la lista con tus propias creencias particulares.

Creencias limitantes ampliamente aceptadas

Cuando leas la lista, seguro estoy que muchas de ellas las has dicho alguna vez, tal vez sin pensar en profundidad en su significado. Son prejuicios, ideas falsas, complejos o estereotipos que la sociedad califica como válidos. La realidad es que son peligrosísimas.

  • Qué tonto soy
  • Todas las mujeres son manipuladoras
  • Tanto tienes, tanto vales
  • Hemos venido al mundo a sufrir
  • No creo en el amor
  • Todos los jefes se aprovechan de sus empleados
  • Los políticos son malas personas
  • Los hijos solo dan disgustos a los padres
  • Piensa mal y acertarás
  • No te fíes ni de tus amigos

¿Qué te parecen? ¿Te resultan familiares, no?

Consecuencias de estas creencias

Una observación de sentido común: tener creencias no es malo. Es la consecuencia de tener opiniones sobre las cosas y una manera determinada de ver la vida. El peligro es que la calidad de estas creencias nazca de traumas, desengaños, rencores y heridas no resueltas. Estas son las que quitan la libertad a quien las sufre.

Voy a explicarte como deshacerte de ellas

eliminar creencias limitantes

Es un proceso de tres fases: ¡Creencia limitante detectada! Observa tu lenguaje, cómo te hablas a ti, cómo hablas a los otros y como interactúas: seguro que detectas unas cuantas.

  1. ¡Voy a cambiar esta creencia! Hay dos maneras:
  2. Cuestionar quien lo dice. Por ejemplo: “soy un desastre con las matemáticas” tal vez te lo espetó un profesor malhumorado e irrespetuoso. Retírale esa autoridad suprimiendo la creencia.
  3. Pensar en cómo nos perjudica. Otro ejemplo: “soy incapaz de hablar en público”. Creerte esto conseguirá que nunca puedas dar una charla o clase. Cámbiala por “soy capaz de hablar en público y lo haré muy bien”.
  4. ¡Voy a consolidar la nueva creencia!

Piensa que si las creencias limitantes tienen tanto poder en tu vida las creencias positivas también. Empieza a hablarte en positivo, en presente y en primera persona: “Hoy soy amable y simpático”.

Y luego me explicas…  😉

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