Seguro que alguna vez en la vida te has quedado encerrado dentro de un ascensor, sólo o en compañía. Con suerte, habrán sido unos minutos hasta que haya vuelto la luz y retorne a funcionar con normalidad o te habrán ayudado a sacarte. El alivio al salir es muy grande porque a quien más o quien menos, el estar en espacios pequeños le suele generar una sensación de ahogo, de estar comprimido. Reconocemos que eso es, en mayor o menor grado, la claustrofobia y entendemos que a todos nos puede suceder, ¿pero te imaginas que esta sensación de que te falta el aire la provocaran los grandes espacios abiertos en los que te encuentras con un montón de gente? Parece ilógico, pero la sensación para algunas personas es muchísimo peor que la que tú hayas tenido en el ascensor. Por eso te voy a explicar qué es la agorafobia.
¿En qué consiste la agorafobia?
Es el miedo –irracional– a estar en lugares públicos. Este temor genera una ansiedad ante espacios sin límites claros o situaciones en las cuales la amplitud del lugar impida al afectado la posibilidad de poder escapar (no sabe cuál es la dirección correcta) o, incluso, recibir ayuda en caso de un ataque de pánico.
Causas de la agorafobia
Coinciden los expertos que el trastorno se genera probablemente por alguna experiencia negativa que ha tenido lugar en un espacio con una extensión considerable. En su recuerdo y en su memoria a quien sufre este trastorno se genera este elevado nivel de pánico porque evoca eventos de carácter claramente estresante, muchas veces vinculados a la infancia.
Pongamos un ejemplo que lo haga más clarificador: un niño, de pequeño, se pone a correr en un parque de atracciones y se pierde entre la multitud. Cuando se da cuenta, ya no ve a sus padres y se pone a llorar de forma desconsolada durante unos minutos mientras el resto de personas pasan a su lado a un ritmo veloz y sin que nadie le haga ningún caso. Para aquel niño, aquellos minutos, hasta que sus progenitores le encuentran, son eternos. En su retina queda una imagen de un gran espacio abierto con gente alegre y feliz, que para él le evocarán el miedo a quedarse en soledad en un espacio abierto, indefenso, entre la muchedumbre.
Síntomas de la agorafobia
Te he puesto un ejemplo de lo que podría ser una causa, el origen de un trastorno de agorafobia, pero no hemos hablado de los miedos que experimenta quien sufre de este trastorno. Así, cuando alguien sufre un trastorno de estas características experimenta una reacción aguda, como puede ser desmayarse, sufrir un infarto o perder el control, aunque también existen de más leves, como taquicardia, ráfagas de calor o de frío, temblores, ahogo, hiperventilación, sofoco, sensación de irrealidad, mareo o vértigo, dolor u opresión en el pecho…
Situaciones cotidianas vividas con pánico
Todo ello viene por una sensación extrema de ansiedad ante situaciones que potencialmente les pueden afectar como puede ser salir de casa, utilizar los transportes públicos, ir de compras, comer en restaurantes, entrar en un cine, hacer deporte, viajar, estar en lugares públicos o áreas amplias. Las crisis que sufren las persones agorafóbicas les pueden llevar a acogerse a uno de los pocos sistemas para combatirlo como es casi no salir de su casa con el fin de tratar de evitar la gran cantidad de ansiedad causada por el pánico. Evidentemente, esta es una reacción radical que condiciona toda su vida y sus relaciones casuales.
¿Cómo se trata la agorafobia?
Sabemos que es una cuestión psicológica, por lo que la terapia debe recuperar la estabilidad emocional perdida. Uno de los sistemas es la hipnosis, en la que se habla con el inconsciente para cambiar la respuesta celebrar de miedo por la de seguridad.
También existen técnicas que trabajan el aspecto emocional, como puede ser el mindfulness (la capacidad humana básica de poder estar en el presente y de “recordarnos” estar en el presente), la relajación y la visualización, con el objetivo de hacer perder el miedo a los espacios públicos y a las aglomeraciones que a menudo surgen de ellos.
Otra vía es la terapia cognitivo-conductual, cuya clave pasa por modificar estas distorsiones en nuestra mente -que son las que provocan el trastorno de ansiedad- para conseguir que poco a poco el paciente pueda ir exponiéndose gradualmente a las situaciones que ahora evita y conseguir así normalizar su vida.
El confinamiento y la agorafobia
La pandemia mundial del coronavirus es una prueba de fuego para nuestra salud mental. Son muchos los expertos que advierten que pueden desarrollarse nuevos casos de agorafobia, debido a los meses de confinamiento, la ansiedad por la repercusión en los hospitales y las consecuencias económicas que está teniendo la pandemia.
¿Sabías que…?
- La palabra procede de los términos griegos ágora (plaza pública, literalmente sitio de reunión) y fobia, del personaje mitológico Fobos, que con su hermano gemelo, Deimos, y junto con la diosa Enio, acompañaban al dios de la guerra en cada batalla, por lo que se le considera la personificación del terror y el horror.
- Existe un mayor porcentaje de mujeres agorafóbicas que hombres, pero independientemente del género de los afectados, entre un 1% y un 5% de la población española ha desarrollado durante su vida un episodio psicológico relacionado con la agorafobia.
