¿Qué es la empatía? Te Damos las Claves para Conocerla

“La instancia ética sobreviene no cuando fingimos que no hay enemigos, sino cuando se intenta entenderlos, ponerse en su lugar.”

Umberto Eco

¿Qué es la empatía?

Cuando Daniel Goleman publicó, a finales del siglo XX su best-seller La Inteligencia Emocional, el ensayo supuso una auténtica revolución dentro de la disciplina de la psicología. De nuevo, se volvió a poner en valor un concepto que durante mucho tiempo había tenido un papel poco relevante en este ámbito, aunque existía desde 1909: la empatía. ¿Qué es la empatía? El vocablo, etimológicamente, tiene el origen en dos palabras griegas: “dentro de él” y “lo que siente”. Ya intuimos que estos conceptos nos llevan a aquella habilidad tan explicada pero tan difícil de llevar a cabo que es “saberse poner en la piel de otra persona”. La empatía es esa cualidad.

Es importante no confundir ser una persona empática con estar siempre de acuerdo, tener la misma visión de la vida, cargas afectivas parecidas o los mismos intereses. La característica más relevante de una persona empática es saber escuchar activamente a la persona que nos está explicando su estado afectivo, emocional o vital.

Una persona empática tiene la habilidad suficiente para reconocer los estados de ánimo y, no menos importante, saber tomar perspectiva sin ser distante.

Libro sobre la inteligencia emocional de Daniel Goleman

¿Por qué es importante practicar la empatía?

Porque potencia nuestro yo social e incrementa nuestro bienestar y el de nuestro alrededor. ¿De qué manera? Es palpable la mayoría de los ámbitos de nuestra vida: nuestras relaciones sociales son mucho más satisfactorias porque nos alejamos de la superficialidad. En definitiva, las personas empáticas hacen que el mundo sea un lugar mejor para vivir.

Base científica: las neuronas espejo

El neurobiólogo Giacomo Rizzolatti y su equipo descubrieron este tipo de neuronas en 1996, cuando realizaban experimentos con las habilidades manuales en macacos. Hallaron que los macacos tendían a imitar los gestos que observaban en sus cuidadores (de ahí el concepto “espejo”). En humanos, esta tendencia a la observación e identificación con los otros va refinándose con el tiempo, a medida que se enriquece con aprendizaje cultural. Esta conexión cognitiva y emocional es básica para a información cultural y de nuestros sentimientos colectivos.

Las neuronas espejo son las causantes que nos emociones cuando vemos una película, porque nos identificamos con las alegrías o sufrimientos de los protagonistas, o al leer un poema o una novela, o un cuento infantil, en el caso de los niños. De hecho, un profesional empático tiene un valor añadido que tiende a no valorarse lo suficiente: recordaremos con más viveza y afecto al profesor de conducción que nos enseño a manejar con delicadeza y paciencia, que al que utilizó tonos bruscos.

¿Cómo cultivarla?

Ya hemos visto que ser empático siempre reporta beneficios, a nosotros mismos y a nuestro entorno. También sabemos que es una capacidad innata en el ser humano y que se desarrolla con los años. Existen pautas para desarrollarla aún más y queremos explicártelas, porque seguro que repercutirán de forma positiva en ti, tu entorno y tu trabajo.

  • Escucha de manera activa, atendiendo también al lenguaje gestual de tu interlocutor. Si algún aspecto no acabas de comprender de lo que te están explicando, pregunta. Además de hacerte mejor cargo de la situación tu interlocutor lo interpretará como un mensaje de interés.
  • No pienses si es correcto o no lo que te está transmitiendo. No posees la verdad absoluta y lo que puede ser bueno para ti puede no serlo para otra persona. Esto está íntimamente ligado a los prejuicios. Aléjate de ellos en la medida de lo posible.
  • Ligado al punto anterior, evita juzgar los comportamientos ajenos. ¿Verdad que es desagradable -e incluso injusto- cuando ponen en tela de juicio los tuyos? No des consejos.
  • Si alguien es sincero y confía en ti, sé afectuoso y cálido; fomenta la confianza entre los dos.
  • Recuerda que todos podemos equivocarnos y que, afortunadamente, la perfección no existe. Cualquier día tal vez necesites seas tú quien necesite ayuda. Sé respetuoso y trata al otro tal como querrías que te trataran a ti.

Tipos de empatía

Ya hemos visto la importancia de una actitud vital empática, esencial para una vida emocional sana.

Los expertos coinciden en que existen tres tipos de empatía:

Empatía cognitiva:

Está especialmente presente en el mundo colaborativo, de trabajo en equipo o empresarial. Se trata de saber ver las cosas a través de los ojos de otras personas. De esta manera, puedes percibir lo que ellas perciben y, si se trata de transmitir ideas o indicaciones, lo harás de una manera totalmente comprensible para los demás. Eso ayudará a que los resultados deseados se cumplan.

Preocupación empática:

Hay personas que son especialmente sensibles al estado de ánimo de alguien de su entorno, sin necesidad que se le informe. Suelen ocuparse y preocuparse de ese alguien con absoluta espontaneidad, aunque solo intuya que existe una situación preocupante, sin conocer los detalles exactos.

Empatía emocional:

Es en la que pensamos todos cuando hablamos de empatía: saben escuchar sin juzgar y transmiten confianza.

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