La Dependencia a las Redes Sociales

Seguro que al leer el título de este artículo has pensado: “yo no tengo ese problema, yo controlo perfectamente cuando utilizo twitter, Instagram, whatsapp… no han significado ningún cambio significativo en mi vida”. Oye, que a lo mejor tienes razón y me he pasado de listo. Solo te pido que pienses un poco y hagas un repaso de estos nuevos hábitos y de cómo influyen en tu vida diaria. ¿Han modificado –aunque solo sea un poco– tus costumbres saludables o tu relación con tus amigos y familia? ¿te quitan horas de sueño? ¿necesitas conectarte al menos una vez al día para estar tranquilo? Sé sincero contigo mismo: si has respondido que sí a alguna de estas preguntas es que no controlas tanto como piensas. Bienvenido al imperfecto mundo de los mortales y a la dependencia a las redes sociales.

Las redes sociales no son el demonio, pero…

Como todas las cosas, las redes sociales no son negativas, incluso son buenas para hacer más llevaderos algunos aspectos de la vida cotidiana y laboral. Depende del uso que les des, pueden hacerte la vida más fácil o te la pueden complicar bastante, si llegas al extremo de no poder vivir sin ellas, porque se han convertido en una obsesión.

La dependencia a las redes sociales ¿por qué se genera?

Aunque se traten de hábitos relativamente nuevos, nos han cambiado tanto la vida que ya existen muchos estudios que coinciden en lo mismo: las redes sociales nos apuntalan la autoestima. Piénsalo bien: Twitter, Facebook, Instagram, Snapchat, TikTok, son lugares maravillosos donde puedes mostrar la imagen que más te gusta de ti, escondiendo los defectos. Incluso puedes poner una foto falsa y construirte una vida paralela, mucho más perfecta que la real para sentir que eres un crack y hacer que los otros te vean también así. Parece perfecto ¿no? ¡Pues es una enorme trampa!

¿Dónde reside el peligro?

Cuando escondes lo negativo y sólo muestras la parte guapa de ti (y si no la tienes te la inventas) lo único que consigues es que cada vez te valores menos a ti mismo, porque tú eres la única persona que sabe de verdad cómo eres. Cuando tu vida, o una versión fantástica de ésta, está más presente en las redes que en la realidad se produce un descenso de la autovaloración. Te comparas con los otros y piensas que a ellos les va mejor. En lugar de sentirte acompañado, el aislamiento y la diferencia duelen como cuchillos y la sensación de ser un perdedor es cada vez más profunda.

¿Y por qué solemos mostrarnos mejores de lo que somos?

Porque todos necesitamos de la aprobación de los demás, en tanto que somos seres sociales. Es casi natural buscar la aceptación del otro. Además, las personas tenemos la necesidad de pertenencia a un grupo social o profesional. Las redes sociales nos facilitan esta integración. Pero… ¡cuidado! El uso de las redes se convierte en patológica cuando, si no consigues esta aceptación, te sientes infeliz y desgraciado, excluido y marginado. Si te ocurre esto enciende todas tus alarmas, porque sufres una patología que debes corregir. Si no lo puedes hacer por ti mismo, consulta a un especialista. Él te dará las pautas para corregir estos malos hábitos (que han acabado por hacer de ti un dependiente).

Cómo evitar la dependencia a las redes sociales

Afortunadamente, aunque muchas personas –en especial los más jóvenes– muestren un cierto grado de adicción, existen unas pautas para revertir esta situación tóxica y evitar tener que ir al psiquiatra:

  • Ninguna red social puede constituir tu página de inicio en tu computador. ¡Le estás dando un protagonismo que no tiene!
  • Relativiza todo lo que veas o leas en los perfiles de los demás. Piensa que si tú puedes mostrar una cara falsa, ellos también.
  • No estés pendiente del whatsapp, ni si te han leído un mensaje y no te contestan, ni le des importancia a la última hora de conexión. Hay pocas cosas urgentes y siempre hay un canal eficiente para hacértelas saber.
  • Bloquéate un rato al día para dedicarte a las redes y disfrutar de ellas de manera sana.
  • El resto del tiempo, oblígate a cumplir con tus rutinas de trabajo, deporte y ocio dejando el móvil al lado. Las relaciones de pareja, amigos, familia, compañeros… esas son reales y son las que tienes que cultivar de verdad.

La dependencia a las redes sociales: la nomofobia

Nomofobia: ¿conocías esta palabreja? Viene de “no-mobile-phone phobia”, o dicho de otra manera: tener pánico a no llevar el móvil encima. Es una fobia, una patología mental en toda regla. ¿La has sentido alguna vez, si te has olvidado el celular, lo has extraviado o, peor aún, te lo han robado? Es un desagradable horror vacui que puede desencadenar en un ataque de ansiedad, poca broma.

¿Cómo es un nomofóbico?

  • Las personas adictas al celular suelen tener baja autoestima e inseguridad (¿te suena? Es otra variante de la dependencia a las redes sociales).
  • Es más frecuente en adolescentes y jóvenes, porque suelen tener más necesidad de aceptación y porque son más hábiles en las redes sociales.
  • Hay más mujeres que hombres nomofóbicos, porque ellas tienen más capacidad de establecer relaciones afectivas.

Como explica el psiquiatra Antonio de Dios: “Se trata de un círculo vicioso. El miedo a la inseguridad aumenta la protección de estar detrás de un aparato y, al pasar más tiempo con el artilugio entre manos, más habilidad adquirimos en su uso y más pánico tenemos al cara a cara”.

Ya ves que de ti depende usar las redes de manera racional y evitar ser un adicto. Te animo a que nos escribas tu opinión sobre este tema o nos cuentes tu caso.

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