
De la misma manera que el mundo cambia a una velocidad vertiginosa, esta evolución también se puede constatar en las cuestiones relacionadas con la alimentación. En los últimos años han proliferado las dietas específicas -según el problema concreto de cada uno- y acudir al nutricionista se ha convertido en una práctica habitual y necesaria si queremos gozar del correcta funcionamiento de nuestro cuerpo gracias a una alimentación correcta y ajustada a nuestras necesidades. Te vamos a hablar de una teoría nutricional muy nueva pero que cada vez tiene más seguidores: el plato de Harvard.
La pirámide alimentaria versus el plato de Harvard
Durante años la principal guía para garantizarnos la mejor y más correcta alimentación ha sido la pirámide alimentaria. Sin embargo, son muchos ahora los detractores porque consideran que no puede ser el mismo modelo de alimentación para un niño pequeño que para un anciano y porque han sido un ejemplo de conflicto de interés entre la propia industria alimentaria con el mensaje de salud. Las contradicciones inherentes en la teoría de la pirámide alimentaria se solucionan con las las principales indicaciones que el plato de Harvard incluye en su correcto seguimiento.

Principales pautas del plato de Harvard:
El agua, la bebida por excelencia
En otros patrones de alimentación sana aparece, aunque poco, la presencia del alcohol. Está extendida la creencia -avalado por no pocos expertos- que tomar algo de alcohol no tiene que ser perjudicial. La certeza, sin embrago, es que si queremos seguir una dieta alimentaria algo más rigurosa, en ella nunca deberían aparecer las bebidas alcohólicas.

La leche y los lácteos, en un plano todavía más secundario
Ya en la pirámide alimentaria no aparecen en un lugar preeminente, pero en el plato de Harvard todavía tienen un peso menor, casi simbólico. Así pasaríamos de una media de 2-3 raciones diarias (Pirámide) a 1-2 (Harvard). En esta misma línea de trabajo colocaríamos a los zumos naturales, hasta el punto de que esta dieta plantea ingerir un vaso pequeño al día porque aunque sean naturales, la fibra natural de la fruta desaparece, igual que la sensación de saciedad, y no sólo eso, sino que también se ingiere más glucosa porque se realiza una mayor absorción de azúcar. Conclusión: debemos beber sólo o casi sólo agua.

Los hidratos de carbono, marginados
En el plato de Harvard y a diferencia de la pirámide alimentaria, los hidratos de carbono pierden su protagonismo y deben constituir sólo el 25% de nuestra dieta diaria. Además, se recomienda que los cereales sean integrales porque su capacidad saciadora es mayor y así es más difícil que nos pasemos de cantidades.

Los ultraprocesados ya son historia en el plato de Harvard
Nos referimos a los snacks salados o a la bollería y los dulces. Sencillamente, ya no aparecen en el plato de Harvard. Aquí no hay ninguna duda: no los debemos tomar nunca.

Grasas, sí, pero no todas
Siempre se ha tenido un miedo voraz al efecto que las grasas provocan en nuestro organismo. Evidentemente, no es la mejor nutrición, pero también deben formar parte de nuestra dieta, aunque hay que saber elegirlas. Por ello, el plato de Harvard acepta de buen grado el aceite de oliva, pero pone ciertos límites a la margarina.

No todas las proteínas son iguales
Hay muchos alimentos que nos aportan proteínas, pero el primero que siempre nos viene a la cabeza es la carne. Hay que modificar esta perspectiva y priorizar el pescado, las legumbres o las nueces y dejar las carnes rojas en la reserva. No es que haya que dejarlas siempre fuera, sino que tenemos que desacostumbrarnos a que sean la primera opción.

Fruta y verdura, las estrellas
Ambos grupos de alimentos sustituyen a los hidratos de carbono en el papel predominante de la dieta. De hecho, el plato de Harvard predica que deben ser el 50% de nuestra dieta porque dichos alimentos son protectores ante enfermedades. Sólo un apunte: no podemos incluir en esta lista las patatas ni las patatas fritas.

Sin intereses económicos detrás…
Si antes apuntábamos intereses de conflicto con la aplicación de la pirámide alimentaria, tras el plato de Harvard no hay ni empresas del sector ni tampoco gobiernos, por lo que se prioriza el mensaje sanitario por delante de todo.
El plato de Harvard: Conclusión
Las comidas más importantes del día son el desayuno y el almuerzo, centrándonos en este último verás cómo es muy fácil preparar un menú saludable al cien por cien: Divide un plato por la mitad y llénalo de verduras. La otra mitad, hay que dividirla de nuevo y dedicar un cuarto a las proteínas y otro cuarto, a los hidratos de carbono. Cuando llegue la hora del postre, piensa que la fruta es la mejor opción.
¿Sabías que…?
- El origen del nombre se debe a que fue creado por expertos en nutrición de la Escuela de Salud Pública de Harvard y a los editores en Publicaciones de Salud de Harvard en 2011.
- La representación gráfica del plato de Harvard -un plato dividido en cuatro partes desiguales- es muy didáctica para iniciarse en esta alimentación.
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